Chau, 2021

La playlist

Sacá el Aleatorio
Por Iván Jiménez
Un newsletter de música.

Hola, mi panita. ¿Cómo estás? ¿Cómo te trata fin de año, el calor, la falta de taxis, las fiestas, el Covid apareciendo otra vez, el estrés, la falta de tiempo, el cansancio, la sensación de tener que sacar conclusiones? A mí, qué te puedo decir: tirando para no aflojar.

Primero te quería pedir disculpas por no haber estado las últimas semanas. No me hizo feliz, pero fue un reclamo gremial de mi cuerpo y mi cerebro hacia mi persona.

No tengo disco esta semana, o al menos no uno en particular. Tengo esto.

\24
Chau, 2021
(La Playlist)
37 discos
2 h 54 min
Spotify / Youtube

Qué es

Una playlist con un tema por cada uno de los 37 discos que descubrí este año y me gustaron lo suficiente como para guardarlos en mi biblioteca.

Qué hay

Bueno, dicho de forma rápida, hay un poco de todo.

Más precisamente hay 4 discos de folk, 9 de electrónica (o similares), uno de rock nacional, 7 de indie rock, 2 de reggae, uno de rock alternativo, uno de post-rock (sí, eso existe), 5 de hip-hop, uno de música de piratas (no se me ocurre otra forma de describirlo), 2 de jazz y 2 de rock setentoso.

Qué escuché en 2021

De adolescente, yo era de los que pensaba que el Año Nuevo no servía para nada y que el primero de enero eras la misma persona que el 31 de diciembre. Y capaz lo sos. Pero veo esta playlist y pienso en que no era la misma persona a principio de año, cuando vi el final de The Leftovers con Agus y me cebé con Simon & Garfunkel por medio de una canción (y un final de serie) que tardé exactamente 12 meses en entender.

A principios de 2021 estaba absolutamente negado a la necesidad latente que me crecía en el cuerpo de volver a salir, escuchar música, descabezarme y despertarme tarde al otro día, porque bueno, es más fácil no tener algo si te convencés de que no lo necesitás. Así que no te confundas, los 9 discos de electrónica que te anticipé antes no van a ser de lo más fiestero; más bien son de esas cosas que uno escucha acostado, mirando el techo, nostálgico. Y es que bueno, este año hice bastante de eso.

No tocar, casi no conocer otrxs músicxs y no tener muchos eventos donde poner toda esta música me hizo pensar muchas veces en para qué mierda busco tantos discos, o qué pretendo encontrar en ellos. En los momentos de duda máxima y autismo absoluto me vi escuchando jazz portugués, música para piratas e instrumentales deprimentes de 20 minutos, no sé para qué ni con qué motivo. Y aunque capaz ese no sea mi estado mental hoy 30 de diciembre, prefiero que queden guardados en la biblioteca porque puedo volver a ser esa persona cualquier día futuro.

La música no funciona como la aguja hipodérmica, no te mete sensaciones adentro del cuerpo como si fueras un envase vacío. Vos sos el o la que elige ciertas cosas para resonar con ellas, para amplificar determinados sentimientos o para encontrar un rumbo que te guíe cuando no sabés ni qué sentís. Y en este año del carajo necesité sentir bocha de cosas que ni sabía. Entre ellas, alegría, o estar como en casa, y el rocanrol, el reggae y el hip-hop me hicieron sentir como en casa cuando me hizo falta.

En medio de todo eso, había perdido la esperanza en mis amigxs. No porque mis amigxs no sean una masa, que lo son, si no porque esa ilusión tan bonita que te da sentirte parte de algo junto a otrxs, sentir que cambiás al mundo con lo que hacés, se había desvanecido muy de a poco con todo esto. Qué punto tendrá hacer discos en medio del apocalipsis, pensaba. Y me cayeron muchas fichas juntas: primero, que un loco como uno puede ser tu ídolo; segundo, que esas personas que pensabas que conocías te pueden sorprender y causarte una admiración absoluta; y tercero, que no hay que prejuzgar a quienes no conocés, porque todo el mundo hace arte con lo más lindo, lo más auténtico que tiene adentro, incluso quienes hacen algo que no nos gusta.

Sobre el final del año, una noticia hermosa y una experiencia no tan grata: volví a ser DJ después de dos años y medio, pero en el evento la pasé medio para la mierda. Me di cuenta de una verdad no tan alegre y es que me quedé congelado no en 2020, sino en 2018. Y tuve que volver a prestarle atención a la radio, y escuchar playlists de Éxitos y discos nuevos, y me encontré con que hay un mundo afuera, un mundo de artistas que con lo nuevo exploran infiernos de terror y fiestas improbables. Les adelanto desde ya, por las dudas, que sigue sin gustarme Tini. Pero no le cierro la puerta a nadie.

Así que, ¿para qué sirve esta playlist? A mí me sirvió para volver a sentir algunas cosas, pensar sobre lo que hice y por qué. A vos, capaz te sirva para escuchar música un rato y ver si te llevás algo de todo esto. Y en el peor de los casos, vas a seguir siendo la misma persona el primero de enero.

Hojeando el librito: carrera solista

Ayer arranqué Get Back, el documental sobre los Beatles componiendo Let it Be, con Agus, y pensaba: qué difícil es trabajar con otra gente a veces. No quieren hacer lo mismo que vos, no piensan que tenés razón en todo, no hacen lo que harías exactamente de la misma forma que lo harías vos. Y en ese sentido, debe ser más fácil volverse solista. Tenés todas las opciones a tu alcance, decidís todo vos, nadie puede contradecirte.

Este año sentí que arranqué mi carrera solista en un montón de aspectos. Renuncié a una empresa que no me importaba, me volví freelancer, arranqué una productora de podcast, me volví productor de un programa por Youtube y, claro, empecé a escribir este newsletter. Durante una buena parte del año se sintió romántico tener un montón de proyectos novedosos y divertidos. Y sin embargo, sobre el final me cayó la pesada verdad de que no se puede escapar de los problemas yendoté de los lugares, cambiando de gente, persiguiendo una novedad que se agota. El problema de que no te salgan canciones no era de tus compañeros de banda.

La belleza muchas veces sale justamente del punto en el que otros no harían lo mismo que vos. El que diga que el bajista de una banda no importa, que componga todas las líneas de bajo de un disco además de hacer las letras y cantar, y verá que, parafraseando a Perón, no se puede ser tan creativo en soledad. A veces no podés depender de tus propios raptos creativos, no porque no estén buenos o no sirvan, sino porque a esos momentos hay que respetarlos, dejarlos ser. Las carreras solistas están bárbaras si es justo lo que necesitás, pero la libertad es un arma de doble filo: sin disciplina, es más parecida a un capricho que a una obra.

El silencio

Bueno, mi rey o reyna, hasta acá. ¿Posta llegaste al final? Y eso que hoy estuve extra vuelapelos. Disculpá, es que estoy sensible.

Gracias por acompañarme todo este año en este proyecto loco. Se me ocurrió un día en la ducha y acá estamos, después de varios meses y 24 ediciones. Te soy honesto: algunas veces me costó. No tenía discos, no tenía nada para decir, o simplemente me moría de ganas de irme a dormir. And yet, medio que cada vez que lo enviaba estaba orgulloso, incluso aunque no lo leyera nadie, porque lo había hecho.

Y ahora, la dura verdad: no estoy seguro de cuándo va a volver este newsletter, o directamente si lo va a hacer. Por ahora, me voy a tomar unas vacaciones, y el tiempo (y la manija que acumule durante el verano) dirán. En el mejor de los casos, juntaré más discos para traerte. En el otro mejor de los casos, esto se re convertirá en podcast, o en cualquier otra clase de proyecto. Y en el peor, hay 23 discos y una playlist esperando que los escuches.

Gracias por leer y por existir,

Iván